"LA MAGIA LENTA", POR RUTH VILAR

Un artículo de Ruth Vilar
Compañía Cos de Lletra


 

 

Denis Lachaud –autor, director e intérprete francés– recibió en 2005 el encargo de escribir una pieza teatral documentada y rigurosa sobre la esquizofrenia. Contó con el asesoramiento de los servicios de psiquiatría de distintos hospitales. En uno de ellos, el doctor Yves Sarfati le hizo notar que, precisamente porque el diagnóstico psiquiátrico se basa en la observación del comportamiento del paciente –y no en pruebas de imagen o laboratorio–, los errores de diagnóstico son mucho más frecuentes que en cualquier otra especialidad médica. Después, compartió con él la historia de un hombre que fue considerado esquizofrénico –y medicado como tal– durante más de diez años, sin que su estado mejorase ni su psiquiatra reconsiderase el diagnóstico. Esta idea desconcertante y terrible inspiró una de las escenas de aquella obra, Mon mal en patience. Sin embargo, la inquietud que despertó en Denis Lachaud no se agotó con la escritura de ese texto, sino que se prolongó en el tiempo y motivó que el autor decidiese desgajar aquella escena para desarrollarla con mayor extensión y complejidad en una nueva pieza. Así nació La Magie Lente.

 

La màgia lenta llegó a Barcelona paso a paso. El montaje francés, protagonizado por Benoit Giros, producido por su compañía L’Idée du Nord, y dirigido por Pierre Notte, se había estrenado con gran éxito en París y Aviñón, y se exhibía en gira por todo el país. En su edición de 2019, el festival Oui! de teatro francés en Barcelona programó el espectáculo en la sala Dau al Sec. La Magie Lente conmocionó y fascinó a los espectadores y al propio teatro, cuya directora artística, Mercè Managuerra, apostó enseguida por producir el montaje en catalán de la mano del mismo director. De este modo, Dau al Sec estrenó La màgia lenta, protagonizada por Marc Garcia Coté y traducida por Joan Casas, en abril de 2021.

 

El espectáculo es una mezcla de delicadeza y brutalidad, como lo son el texto original y la temática que aborda. El actor está solo en escena, en la piel del conferenciante, del psiquiatra y del paciente. Sobre todo del paciente. Da vida al hombre que sufre y que trata de salir de esa aflicción extrema. Un diagnóstico psiquiátrico erróneo lo ha desplazado fuera de su propia vida: está desubicado en relación con los demás, e incluso se engaña sobre quién es él mismo. En el lugar donde se encuentra, el entorno íntimo y el social refuerzan las causas de su dolor. Debe salir de ahí y halla –¿por instinto, intuición o azar?– un camino: cambia de médico. Desde la primera visita empieza a acercarse muy despacio a algo oculto, enterrado, prohibido, olvidado: una revelación liberadora. Lo hace a través de la palabra, que es la herramienta mágica del psicoanálisis como lo es del teatro de texto. La palabra desencadena una transformación, la provoca tanto en quien habla como en quien escucha. Mientras, el espectador se encuentra en una posición frontal, atenta y corresponsable, semejante a la del analista.

 

De La màgia lenta destacan la contundencia y la valentía con que la obra explicita la cuestión de los abusos sexuales a menores y de las consecuencias que acarrean para quienes los sufren. El espectáculo consigue tratar lo terrible con sensibilidad, sencillez, sutileza, poeticidad y una inteligencia no exenta de humor y ligereza. La oscuridad por la que el hombre transita es densa y es opaca, pero no completamente: encierra además las reservas imprescindibles de impulso vital, que aparecen aquí y allá como luciérnagas e indican la vereda. Hay belleza en la sonoridad y el ritmo de la palabra y el gesto; en la estructura repetitiva, simétrica, que avanza imperceptible pero inexorable; en la desnudez escénica y en la generosidad del actor para contener y revelar el sufrimiento de tantos. Asistimos a la laboriosa ceremonia de la reparación de sí mismo de un hombre maltrecho pero aún vivo.

 

Dau al Sec defiende la perspectiva y el compromiso social de la obra artística plena, y la necesidad de promover la reflexión sobre los conflictos que nos atañen a todos y que requieren un abordaje conjunto. ¿Por qué La màgia lenta interpela tan directamente a la sociedad? Con la colaboración de la Fundación Vicky Bernadet, Dau al Sec nos ofrece algunas cifras: igual que le sucede a su protagonista, 1 de cada 5 personas ha sufrido abusos sexuales durante la infancia, a menudo por parte de personas de su entorno inmediato, sin que 7 de cada 10 abusos denunciados lleguen jamás a juicio. Para el director Pierre Notte, este espectáculo pone de manifiesto que, en la eterna batalla entre la ley de los adultos y la ley de los niños y niñas, siempre pierden estos. La familia y la sociedad se rigen por la primera y eso permite las acciones de sometimiento contra la infancia, que van desde lo dudoso hasta lo criminal.

 

La Magie Lente ha cosechado críticas entusiastas y se ha representado en más de ciento cincuenta ocasiones para público a partir de dieciséis años. La màgia lenta, el montaje en catalán gemelo de su original francés –tan idénticos como puedan serlo dos espectáculos que comparten el texto (rapsódico, en verso libre), la producción, la exigencia artística de todo el equipo y la problemática social a la que se refieren– apenas ha conseguido salir de Dau al Sec. A pesar de que muchos programadores locales afirman haber participado en una experiencia transformadora durante la representación de La màgia lenta, descartan contratarla alegando que abrumaría a los espectadores de su localidad. ¿Acaso los adolescentes franceses aventajan en tanto al público general, en su mayoría adulto, de los teatros catalanes? ¿De dónde sacan aquellos la madurez y la capacidad de elaboración de una realidad dolorosa que a estos les falta?

 

Ironías y contextos profesionales aparte, La màgia lenta merece un recorrido vasto, porque son muchos los espectadores que se beneficiarían de enfrentarse a este tabú monumental y de nombrarlo, para así convertir esa vergüenza injusta en fortaleza y vida.