"CALEIDOSCOPIO VIVO", POR RUTH VILAR

Sobre Detectives de objetos de Shaday Larios (La Uña Rota, 2019)

Un artículo de Ruth Vilar

PRIMER ACTO, nº 358. 2020



Este libro tiene infinitas lecturas. Como todos, alegará el lector y no le falta razón. Como todos y más: no sólo admite las múltiples interpretaciones subjetivas de los distintos lectores, sino que además se presta a abrir perspectivas diferentes y aun contradictorias en la comprensión de un mismo receptor. Detectives de objetos es un caleidoscopio lleno de formas vivas que la mirada ha rescatado de su estado de latencia.

Que el volumen se presente como libro-agencia ya entraña una agradable promesa de multiplicidad. Anticipa misterio, desconcierto, pesquisas, diálogos en los que cada palabra podría ponernos sobre aviso de la siguiente pista, hallazgos, excitantes deducciones, que desembocarán en callejones sin salida o bien indicios menores y sutiles quizá den la clave para resolver el caso. Sherlock Holmes se pasea, sigiloso, por sus páginas.

Detectives de objetos es un extraño libro de teatro. Aunque no reproduzca un texto dramático original, ni un ensayo teórico, ni sea estrictamente un cuaderno de campo, cumple esas tres funciones. Shaday Larios recoge en él la práctica de teatro de objetos documentales en contexto que la agencia El Solar desarrolló entre 2016 y 2018. Tres casos: Primer Álbum (Temporada Alta, Girona, 2016), Cuaderno de campo (Festival GREC, Barcelona, 2018) y Diario entrelíneas (Festival der Dinge, Berlín, 2018). Tres proyectos que funden el site-specific teatral con la antropología de los objetos y las historias de vida. Tres invocaciones de lo invisible-real que remueven el fondo de la memoria colectiva, haciendo emerger el poso. Para quien asistiese a las presentaciones aperturas públicas de la oficina móvil, el libro cobrará en sí mismo naturaleza de objeto cargado de memoria, relato de una elaboración artesanal que cristalizó en su propia experiencia como espectador, receptor o participante. Quien no conozca de antemano el trabajo escénico de los detectives de El Solar (Xavier Bobés, Jomi Oligor y Shaday Larios) hallará aquí la invitación irrecusable a adentrarse en esta infrecuente y fascinante manifestación teatral que revela lo humano a través de lo concreto, personal y mínimo.

Cuando leemos Detectives de objetos de un tirón nos balanceamos entre la crónica, la reflexión y la poesía. Las palabras traslucen esa mirada atenta y esa escucha empática con que los miembros de la agencia abrazan personas, objetos y lugares; mirada y escucha que están documentadas y son lúcidas, críticas con el contexto espaciotemporal. Alertan sobre la explotación turística de la Historia, que los museos parcializan, simplifican y promocionan con estrategias de marketing. Señalan la dirección ideológica inequívoca de ciertas políticas urbanísticas. Evitan edulcorar la memoria para adecuarla al gusto de la sensibilidad contemporánea. Cuando lo leemos poco a poco, profundizamos en la profusión de repliegues de los tres casos, pues cada uno de ellos reúne un sinnúmero de materiales y de testimonios susceptibles de erigirse en el foco central de la atención.

¿Cómo proceden nuestros detectives a desentrañar los distintos misterios? Empiezan por peinar a conciencia el ámbito que les ha sido encomendado estudiar. Hacen acopio de incontables objetos físicos con sus respectivas genealogías: la historia de su producción, su recorrido por manos diversas, la masa afectiva que han ido acumulando desde que existen y hasta este momento. También de objetos extinguidos, evocados en testimonios de viva voz, objetos intangibles de nitidez pasmosa. Y sólo cuando el aire de la oficina móvil ya está atestado de esos elementos, cuando parecen flotar todos en ella sin orden ni concierto, toma densidad el centro en torno al cual orbitarán. Así, tras la acumulación exhaustiva, apasionada y rigurosa, empieza la composición de la presentación del caso: la selección de los objetos que se mostrarán, de los testigos reales que hablarán en público, del lugar más significativo para acoger el encuentro... Teatro documental, íntimo, en miniatura; teatro hecho de cosas muy pequeñas que al revelarnos su sentido implícito adquieren dimensiones gigantescas; teatro que nos devuelve a la metafísica de la infancia, cuando los objetos estaban indudablemente vivos.

Detectives de objetos constituye, en sí mismo, una presentación impresa de estos tres casos: la despersonalización del Barri Vell de Girona; el desalojo, la demolición y el olvido de los núcleos de barracas de Montjuïc; las consecuencias humanas de la larga existencia y del derribo súbito del Muro de Berlín. El libro abre, además, una puerta accesible a la metodología de Shaday Larios ―cuya formulación teórica quedó expuesta en su ensayo Los objetos vivos. Escenarios de la materia indócil (Paso de Gato, 2018)―, y al trabajo minucioso y rotundamente humano de esta autora, de su compañía Oligor y Microscopía, y de la agencia El Solar.