"LOS VIEJOS MAESTROS" DE EVA HIBERNIA



Eva Hibernia
LOS VIEJOS MAESTROS
Ediciones Antígona, 2018
120 págs.
Prólogo de Olivia Nieto Yusta


Eva Hibernia, autora de larga trayectoria, así como de obra personalísima y nutrida, da con Los viejos maestros un estimulante viraje a su propia escritura. Lejos de abandonarse plácidamente a un imaginario y un estilo bien afinados y consolidados, la dramaturga sigue aprendiendo e investigando. En los últimos diez años ha sostenido su labor de escribir para los escenarios con libertad y profundidad crecientes, aun cuando esos mismos escenarios –que tan justa y elogiosamente habían acogido sus obras Una mujer en transparencia (2008) y La América de Edward Hopper (2009)– hayan cerrado las compuertas a un teatro como el suyo, que es a la vez dramático, literario y poético.
En Los viejos maestros (obra finalista del Premi Born de Teatre en 2012), Eva Hibernia entabla un diálogo fértil con El tío Vania de Anton Chéjov. No elabora una versión libre del texto chejoviano, que preserve el fondo alterándole la forma. Construye más bien el reverso de la obra de partida: nos presenta a los personajes –de entrada, trasuntos de Sonia, Ielena, Vania, el médico y el profesor– y los expone a una situación conflictiva, saturada de desengaño, cansancio, desesperación y pasiones frustradas, equivalente a la del original. Aquí es donde Eva Hibernia ejecuta su acrobacia: adopta de Chéjov esa forma pausada y cotidiana, en cuyo tempo inacabable se consuman sin redoble de tambores las tragedias íntimas, las injusticias a menudo autoinfligidas, el tedio de vivir una vida que se siente ajena y no tener ya fuerzas para cambiarla, pero tampoco conformarse con ella; adopta la forma y metamorfosea el fondo. Donde Chéjov puso gravedad, lamentos y resignación piadosa, Eva Hibernia inyecta ligereza, exabruptos y el derecho a sentir y a expresar aquello que se siente. El sutil humor del ruso –tan tenue que suele pasar inadvertido– se transforma aquí en una cascada de diálogos ágiles e ingeniosos, preñados de autoironía, poesía, ingenuidad, cinismo y crítica feroz. Eva Hibernia ha recurrido a la horma del ruso para confeccionar el retrato de su propio tiempo, éste en el que la despreocupación, la vanidad y la codicia de una generación borracha y vivalavirgen ha caído con todo su peso encima de los hombros de la generación siguiente.
Los viejos maestros supone un punto de inflexión en el teatro de Eva Hibernia porque en este texto la autora maneja con destreza dos elementos que hasta ahora había rehuido deliberadamente: el conflicto situacional y el tiempo lineal. Lo hace sin renunciar al pulso, al nervio, a la imprevisibilidad y a la atmósfera densa en la que flota una presencia tácita e indefinible, que caracterizan su obra entera.

Con libertad creciente, reseña de Ruth Vilar