Natalia Ginzburg, Me casé por alegría
Traducción de Andrés Barba
Acantilado, Barcelona, 2018.
114 páginas
Quién
sabe si por alegría o porque cada nuevo volumen de Natalia Ginzburg
despierta el interés de sus numerosos lectores devotos, Acantilado
se lanza a publicar la obra dramática Me
casé por alegría,
la primera de sus once piezas teatrales ‒inéditas
en castellano: ni
siquiera las traducciones de La
secretaria
(Carmen
Martín Gaite, 1997)
y El anuncio (Vicente
Balart, 1970) para
su estreno han
llegado a los lectores‒. No obstante, la
anomalía editorial que permite que el teatro completo de una autora
de referencia permanezca ignorado durante décadas es estructural y
no menoscaba el valor intrínseco de esta parcela de su producción.
La escritura dramática de Natalia Ginzburg es significativa y
coherente con el resto de su producción literaria.
La
Ginzburg se inició en la escritura teatral tras haber publicado su
personalísimo Léxico familiar (1963;
Lumen, 2007), si bien la novela breve Y eso fue lo que pasó
(1946; Acantilado, 2016) ya presentaba forma de monólogo. Con el
cultivo del género exploró la multiplicidad de puntos de vista y la
versatilidad de las voces imaginarias, recursos que más adelante
sustentarían sus novelas epistolares Querido Miguel (1972;
Acantilado, 2013) y La ciudad y la casa (1984; Lumen, 2017).
De
entrada, Natalia Ginzburg era reacia a escribir teatro. Como confesó
en
1965, cada vez que lo intentaba, la primera réplica bastaba para
disuadirla: en ella reconocía el lastre de todas las obras malas que
había leído y escuchado en su vida. Precisamente a raíz de esas
declaraciones la actriz Adriana Asti le pidió una comedia. Contra
pronóstico, enseguida surgió Me
casé por alegría,
que Asti estrenó con éxito bajo la dirección de Luciano Salce
‒quien además realizó la adaptación cinematográfica de la
obra‒.
Me
casé por alegría
transforma el tópico ligero de las riñas entre recién casados en
un intercambio de despropósitos con un sentido profundo. La
proverbial melancolía de Natalia Ginzburg se agazapa aquí tras la
comicidad, en una sucesión de situaciones domésticas impredecibles,
relatos extravagantes e incesantes juegos de palabras. La aún
vacilante rutina conyugal desvela la existencia de razones ignoradas
u ocultas detrás de cada decisión trascendente, la densidad y el
alcance de los vínculos afectivos, o la relación que guardan
nuestros objetos y hábitos cotidianos con quiénes somos y con lo
que queremos.
En
seis años, la Ginzburg escribió siete obras más: L'inserzione
(1965), estrenada por Laurence Olivier (Old Vic Theatre, Londres,
1968) y Luchino Visconti (Teatro San Babila, Milán, 1969); Fragola
e panna
(1966), La
segretaria
(1967), Paese
di mare
(1968), La
porta sbagliata
(1968), Dialogo
(1970) y La
parrucca
(1971). Este primer período de dedicación dramática quedó
recogido en los volúmenes Ti
ho sposato per allegria e altre commedie
(Einaudi, 1968) y Paese
di mare e altre commedie
(Garzanti, 1973), si bien hubo de pasar algún tiempo para que muchas
de estas piezas se estrenaran en emisiones radiofónicas o
televisivas.
El
teatro europeo había virado hacia formas no textuales, muy alejadas
de la dramaturgia narrativa de Natalia Ginzburg. Quizá por eso la
autora no retomó la escritura dramática hasta 1985, con La
poltrona
(Festival dei Due Mondi, Spoleto). En ese segundo período, tradujo
Suzanna
Andler
de Marguerite Duras (1986); escribió L'intervista
(Piccolo Teatro, Milán, 1988); y elaboró el retrato biográfico del
dramaturgo y narrador Anton
Chéjov
(1989; Acantilado, 2006). Ella misma
parece poner aquí el punto final, al abrir con una extensa nota
autobiográfica el volumen antológico de su Teatro
(Einaudi, 1990). Al poco, ya gravemente enferma, recibe un encargo de
Giorgio Pressburger (Mittelfest, Cividale del Friuli). Para él
escribe la brevísima Il
cormorano (1991),
su última obra de creación en cualquier género.
BIBLIOGRAFIA:
Tutto
il teatro
de Natalia Ginzburg (Einaudi, 2005)
"Natalia Ginzburg y el teatro", reseña de Ruth Vilar.
Quimera nº 415-416, julio-agosto 2018.
Quimera nº 415-416, julio-agosto 2018.